martes, septiembre 27, 2016

HAY DÍAS QUE NO

Me cuestiono de nuevo y es un no parar.
¿Habré tomado la decisión correcta? ¿Cuántas veces más la he de cagar?
El otro día oí en un vídeo la voz de Nina Simone, diciendo que la libertad es la completa ausencia de miedo. ¿He sido libre alguna vez?
Hace años leí Anatomía del Miedo y me marcó bastante porque venía a decir eso mismo. Que hay que vivir sin miedo, aunque existan motivos para ello, porque si no, señoras y señores, no vivimos.
Igual es que tengo demasiados miedos.
Ahora mismo, por ejemplo, tengo un miedo atroz a cagarla. Tengo tanto miedo a no dar la talla, a no hacer bien las cosas, que opto por no hacerlas. Pero en realidad no hacer lo que yo entiendo que debo hacer, no es una opción, es fruto de una parálisis de la que adolezco y contra la que lucho. Caigo en ella de forma inconsciente pero se ha convertido ya en algo crónico.
¿Estoy donde debería estar? Me ahogo en la enormidad que me imagino en torno a mi.
Si por un momento dejase de pensar... tal vez podría salir adelante.
Si sólo por un instante pudiese nadar sin pensar en el océano que tengo delante, tal vez podría avanzar, aunque sea un poco, aunque sólo bracee hasta el próximo flotador.
Pero pienso en tantas cosas apabullantes que no puedo centrarme.
Empiezo a decirme cosas horribles a mí misma y, como consecuencia, cada vez me veo más y más pequeña. Más y más inútil. Me culpo y me humillo, me maltrato... no puedo seguir así.
Debería pensar que puedo con todo, aunque no sea verdad. Porque así al menos lo intentaré y finalmente, podré con algo.
Ojalá pudiese actuar sin preguntarme siempre "por qué" o "para qué".
Hay días que se escapan de nuestro tiempo vital porque transcurren tan sólo porque lo afirma el curso del sol, la salida de la luna y la sucesión de las horas, una tras otra, de forma improductiva.
Ojalá pudiese vivir mi vida como ella se merece.


lunes, agosto 22, 2016

Inercia inerte

Existir
Vivir
Estar
Ser

Escribir aquí ya no es lo que era antes. Será la edad, será la cautela que otorga la madurez. Tal vez se trate de una absurda timidez.
Me pregunto si existo, vivo, estoy o soy.
Me pregunto si hacerme tantas preguntas me extrae tanto del mundo que ya no pertenezco enteramente a él.
A veces me siento protagonista y a veces, tan sólo espectadora.
Lo que más me asusta es pensar que a menudo asista a un vacío absurdo.

¿Por qué hacemos las cosas que hacemos? ¿por qué luchamos? ¿por qué trabajamos? ¿por qué reímos o lloramos? ¿hay algo en esta vida absolutamente real y auténtico por lo que merezca la pena todo?

A veces, me echo a un lado y contemplo, el tiempo. Como quien espera el tren o el autobús, absorto en la nada, o con las manecillas del reloj, en la parada... ¿esperando qué? ¿es la existencia el fin de la vida por inercia? ¿es entonces la inercia un tránsito hacia lo inerte?

No me siento capaz de nada y ya no veo motivos para querer y/o deber crear, aprender, destacar, laborar... ya no espero nada, salvo ver el tiempo pasar.

lunes, enero 04, 2016

Tiempo de madurar


Aún no soy adulta o, al menos, aún no me comporto como tal.
Tampoco me preocupó hasta ahora no serlo pero creo que ha llegado el momento de madurar. De saber dónde estoy, de saber cómo soy, de actuar SIEMPRE en consecuencia, sin regodearme en la excentricidad.
Dejar de quejarme por los resultados que alcanzo cuando aspiro a boicotearme, a autocumplir mis peores profecías.
Quiero dejar de negarme la vida. La vida que de verdad quiero. Porque ante mí va a pasar si me esfuerzo por ver que no es para mí.
Cuesta entenderme, pero como siempre digo, yo me entiendo.
En el epicentro de esas dudas, está la autoestima. Ese debe de ser el inicio de los cambios. Eso y la ruptura con todo el universo de creencias que llevo arrastras desde hace un tiempo y que me arrastraba hacia un agujero negro.


lunes, diciembre 21, 2015

Oscar Wilde y Charles Darwin




Para escribir sólo se requieren dos cosas: tener algo que decir y decirlo.

¿Y si un día ya no tuviese más que decir? 
Siento que ya no tengo identidad. Ya no sé quien soy, qué aficiones tengo, qué es lo que me hace llorar ni a qué le tengo realmente miedo. 

Tal vez no deba lamentarme por no poder escribir, o por no saber, porque tal vez, a la que ahora soy, ya no le guste, ni le apetezca, ni tenga nada que decir.

Sin embargo... siento como si las ganas de expresar aflorasen muy adentro, aunque no sé qué es ese algo que aboga por salir y no puede, porque soy incapaz de saber, canalizar, exteriorizar... como si fuese una auténtica muda comunicativa.

¿Acaso me he convertido en una hedonista sin más propósito que el de vivir? ¿No hay ningún gran proyecto? ¿Ningún objetivo? ¿Puedo adaptarme a esto? Me refiero a este vivir así, sin pensar en lo grande, a este yo que sigue filosofías (o lo intenta) sobre el amor a las pequeñas cosas y el conformismo en lo mundano.

¿Y si mi felicidad estuviese en mi triste ser imperfecto?


Por otro lado... qué difíciles son los cambios. Los lutos. El hacerse a la idea de que nunca más verás a alguien. Pero es ley de vida. Tarde o temprano todos nos enfrentamos a ello. Mejor que sea por decisión propia. 
Lo malo es que, los recuerdos son muy vívidos. Evocadores en mis sentidos. Aún puedo sentir, oír, incluso oler. La verdad es que, hacerlo no me produce placer que no venga sin puntada de dolor.

Creo que no hay propósito. No hay destino. No hay un "cuando menos te lo esperes". No hay sustitución alguna. Esa persona fue parte de la que fui hace un tiempo, bastante reciente por cierto. 
Pero yo, como todos, estoy en perpetuo cambio. La yo de ahora debe vivir sin él porque la yo de hace unos meses lo decidió.

Ahora que soy más vieja, sé que no se muere de amor. No te mata, aunque te vuelve más amargada.
Por eso lo hice. Di el golpe de gracia y acabé con todo.

Muchas veces aún me pregunto si me equivoqué, si podía haber aguantado. Si es que no quise ver un cambio de paradigma en las relaciones sociales. Si es que ahora va a ser todo así, en este mundo "moderno". Si lo que pasa es que como inadaptada mi genética se perderá, por no encajar con nadie, por no entender que ahora las cosas son como son.

¡Qué decir! ¿que no me afecta? ¿que soy una mujer madura, independiente e inteligente? Sí, soy todas esas cosas pero no acabo de ver por qué tenemos que escudarnos tanto en estos atributos quienes no hemos cumplido con los cometidos de todo bueno espécimen según Darwin.
Lo cortés no quita lo valiente. 

No dejo de preguntarme, en qué sentido he fracasado como espécimen. Veo a otras mujeres como yo, en mi misma situación y me hago la misma pregunta. Personas sanas, sin aparentes problemas reproductivos, incapaces de tener una relación que pueda dar como fruto progenie alguna.

La sociedad puede necesitarnos en mayor o en menor medida pero, lo cierto es que no nos aclimatamos. No contamos entre los especímenes aptos y que pereceremos con nuestra carga genética. Hay que comprender el medio antes de tratar de adaptarse a él, ver si puedes hacerlo y después plantearse si realmente merece la pena intentar un cambio.

Igual no encajamos y basta. 





jueves, diciembre 17, 2015

La inocencia

Echo de menos aquel candor, aquellos nervios ante lo nuevo, aquella tabla rasa que yo era, donde había lugar para la ilusión.
No me gusta ser una vieja resabida y amargada. No me gusta haber perdido la capacidad de sorpresa.
Ya nada me asombra. Todo lo veo venir. Todo lo acepto con el argumento de que "la vida es así".
Me echo de menos. El cómo era antes. Vulnerable. Frágil por mis ensoñaciones.
Ahora soy una descreída que se encuentra mejor mirando al pasado.
La ignorancia me permitía soñar.
La experiencia me ata a la realidad.

La inocencia, una vez se pierde, ya no vuelve.





miércoles, septiembre 30, 2015

No iremos a Roma

No iremos a Roma, ni a las cuevas prehistóricas, no caminaremos entre estalactitas, estalagmitas, ni entre la hojarasca de otoño de los bosques de Norte. No coronaremos cimas. No nos tumbaremos, juntos, en la arena. No respiraremos a la par, de forma entrecortada, al meternos en las aguas del Cantábrico. No cocinaremos juntos. No tendremos ninguna rutina. No compartiremos nada. Se acabaron nuestros planes o, tal vez no hayan evolucionado a otra cosa y formen parte de todo aquello que queda eternamente pendiente.
No habrá spás, no habrá películas, ni series, ni compondremos canciones. No conoceré a tus amigos y tú, te olvidarás de mi y de los míos. No irás ya a mi pueblo. No te presentaré a mi abuela. No sabrás a qué sabe nuestro pan casero. No habrá un viaje a Moldavia, ni a Ucrania. Iremos a ninguna parte.

La lista de cosas que teníamos por hacer.
"Planes para tres años" - dijiste.

Mencionaste cómo haría un año que nos conocimos. Me imaginé de la mano contigo caminando cara a la ventisca de un duro invierno. Me hablaste de nuestra próxima semana santa. De tantos proyectos conjuntos aunque, faltaba el más importante: el de vida.

He de confesar que es reconfortante dejar de pensar en cómo sorprenderte. ¡Qué batalla perdida!. De desvivirme por darme tanto. Toda entera. Porque ahora ya no formas parte de mi vida. Porque he decidido quererme más a mí de lo que te quería a ti.



Sigo deseando conocer Roma, pero no ya contigo. Sin embargo, algo me dice, que cuando por fin ponga mis pies en ella, por algún segundo, en algún momento, mi mente se irá hacia ti y tuyo será alguno de mis pensamientos.

Salvo eso, ya no queda nada.

viernes, septiembre 19, 2014

Penélope o La Loca del Muelle de San Blas


Me siento como una Penélope sin madeja. Una Penélope a la que se le ha agotado el tiempo para la espera. Sin excusas para evitar seguir viviendo sin expectativas de asistir a un retorno.
Fui una Penélope tenaz en mi pensamiento. Necia y cabezota como la de la mitología, pero con menos éxito.
Aguardé el regreso. Me armé de paciencia, cubierta de esperanza, cegada por la fantasía y las ganas.
Al contrario de la de Itaca, fui una Penélope viajera. No podía esperar el regreso de mi Ulises y harta de esperar, un buen día, me hice al mundo y anduve la mitad del mismo para llegar ahí donde se encontraba.
Sólo unos metros llegaron a separarnos, ahí, en la otra punta del planeta. Él pudo hacer un mínimo esfuerzo, pero no lo hizo. Ulises demoraba el encuentro, o tal vez lo rechazaba.
Y mientras otra Penélope, la heroína de Cold Mountain, susurraba ese "come back to me", yo repetía mentalmente aquellas palabras esperando que fuesen mágicas. Y regresó, pero no a mi.
Ahora, con perspectiva, sé que la distancia no fue culpable, el tiempo tampoco. Nos separó la voluntad, sobre todo la suya.
Cuando se fue (de mi), lo hizo para no volver y nunca dijo ni prometió que lo haría.
Mi Ulises tuvo que volver y estar por fin cerca, para que yo me diese cuenta de que ni él era Ulises, ni yo Penélope.
La figura que se me antoja ahora, con esta perspectiva que me da el conocimiento, no es la de Penélope, sino la de la Loca del Muelle de San Blas que cantaba Maná.
Fui ridícula, fui una idiota, me permití vivir oteando el horizonte, buscando su figura reconocible, ignorando cuanto me rodeaba y las otras nuevas que la marea traía.

Ha vuelto pero le siento más lejos.
Estamos a una hora de avión y ya no a catorce.
En verdad, estamos a una distancia infinita, a un deseo inexistente, a una evidencia dolorosa, a una apetencia suprimida, estamos a un imposible de vernos.
Se acabó la función. El drama, la Odisea ¿quiero ser la loca del muelle?

Nunca pensé que la esperanza se resistiese tanto a morir. ¿De qué se alimenta?
Debería dejar a Penélope dar media vuelta, dando la espalda a la costa, o atarla cual Andrómeda a las rocas y ahogarla. Cualquier cosa con tal de salir de ese limbo de arena húmeda a orillas de todo, en medio de nada.

Camino estoy de agradecer un día a Ulises, haberme dado la oportunidad de elaborar y narrar mi historia, inspirarme tantas cosas... que de ser una fracasada Penélope, haya pasado a ser un exitoso Homero.

Yo ya he llegado.





sábado, abril 05, 2014

Pasillo oscuro. Antesala a nada.

Cae la noche.
Y yo sigo sujetando esa vela cuya cera se escurre y se estrella en el suelo.
Me atemorizo con las sombras que mi propio movimiento produce.
Siento mi aliento más frío que el aire oscuro que me envuelve.
Estoy sola. 
No me gusta donde estoy pero no me atrevo a avanzar tampoco.
Atrapada.
Mis ojos brillan y piden a esa vela que no se apague. Que no acabe la mecha.
Sé que no estará ahí siempre.
La prisa acelerada golpea en mi pecho. 
Muévete.
Se agota.
El tiempo.


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Sé que no cuento nada, pero no se trata de eso. No importan las circunstancias. Estos son los sentimientos.

No puedo poner ejemplos para no sonar en el absurdo. Pero si, aunque mis males son menores que los de otros. Hoy me agito.

Buenas noches.

sábado, julio 20, 2013

No hay Ítaca

No hay Ítaca ni tierra prometida. No hay propósito ni dirección que seguir, ni camino... sólo un viaje, que acaba en muerte. Eso sí, para consuelo, no sabemos cuánto dura, eso hace que uno se pare a contemplar alguna que otra maravilla, a disfrutar de alguna que otra compañía, como si se dispusiese de todo el tiempo del mundo.
Hay viajes duros, hay viajes ligeros. Unos te llenan de ampollas, polvo, agujetas... en otros se viaja en litera. A ratos se va solo, a ratos acompañado. Pero cuando te paras y te preguntas por la razón de tu viaje, llega el absurdo: viajo porque para esto me han echado al mundo.
Ulises tenía un Ítaca, el caminante de Machado tenía un camino, y si nos ponemos, Wolf sabía que tenía una habitación propia y Pinocchio que quería ser un niño de verdad. Sus acciones eran guiadas por propósitos.
Desde que Baricco, en Seda, me enseñó la diferencia entre vivir y existir, no dejo de preguntarme en determinados momentos si en algún que otro momento de consciencia estoy o no estoy viva.
A veces envidio a Ulises. Muchos años tardó en llegar a Ítaca y cuando regresó tuvo que enfrentarse a varios enemigos, el camino estuvo lleno de calamidades y no sacó nada de la experiencia en Troya, salvo, tal vez, la oportunidad de emprender el viaje, pero ¿qué hubiese sido de Ulises sin Ítaca? Ulises no es nada sin su destino.
No sirven de nada las brújulas, las botas, las fuerzas... si no hay Ítaca a la que llegar.

martes, junio 11, 2013

La versión 3.0 de mi misma

Me pilla un poco de sopetón, y eso que hace 30 años que se avecina este momento. 
Hace semanas que no paro, que si trabajo, que si viaje, que si exámenes, que si burocracia, que si reuniones familiares... al final, de lo que menos gana tengo es de celebrar mi cumpleaños. 
No es que no esté contenta por cumplir años, es que hace días que sólo quiero paz. Recuperar la rutina que se rompió hace por lo menos 15 días. 
Marta está empeñada en que tenemos que tener la crisis de los 30. Me da que será peor a los 40 así que ¿por qué molestarse a los 30?. Sin duda, he vivido más que muchos de los que hace 30 años hicieron 30, es decir, cuando nací. Aunque habrá quien piense que no he vivido tanto como aquellos vivieron. 
Ahora es cuando estoy tomando consciencia de que, no se sabe si tendré o no hijos algún día, pero lo que sí se es que seguramente no tendré nietos. En el futuro raro será el niño que tenga abuelo o abuela, si alargamos tanto "la juventud", por llamarlo de alguna manera (mejor decir: esta fase de la edad adulta).
Mañana (aunque ya es hoy) debería dedicarlo a lo que más quiero en este mundo. Espero no sufrir una crisis preguntándome en exceso ¿qué es lo que más quiero en este mundo? porque significará que sigo sin saber nada. Es más frustrante no saber a dónde quiero ir que saberlo pero no saber cómo hacerlo. Porque en esta vida se aprenden muchas cosas, los caminos por ejemplo, pero los deseos, apetencias, inquietudes de uno, lo que le motiva para arrancar el paso y dirigirse con firmeza, con propósito por el mundo, éso solo sale de uno mismo.
Una persona a la que quiero mucho me dice siempre que recupere la ilusión. Yo me pregunto por qué lo dice, porque no me veo tan desilusionada ¿o tal vez sí y no lo veo?
Nunca es tarde para lecciones. Esta noche, la de la madrugada del 11 de junio, me voy a la cama con la siguiente: Menos pensar, más actuar. No te preguntes por qué haces lo que haces, sino procura hacer más lo que te gusta más.
Y para adelante.

martes, mayo 21, 2013

Los cuentos daneses

Me he hecho por fin a la idea, ¡Iré a Dinamarca!
Hasta ahora no me lo creía del todo. Estaba a mi bola, como si no fuese consciente de en qué consisten mis propios proyectos ¡tonta de mi!
Me voy por asuntos de trabajo. Que no se alerte nadie, que sólo me voy unos días. 
La verdad es que desde el domingo, voy saboreando la idea del viaje (y del resto de mi presentación in English). Quiero regalarme el viaje a mí. Estaré con Gude, y lo disfrutaré con ella, pero bueno, es un viaje que hacemos porque "nos sale de los güevos" por así decirlo, pese al trabajo y pese a todo, es NUESTRO VIAJE. 
Como aquel que hice a Sevilla en la primavera del 2010, cuando me regalé la tarde más romántica de mi vida. Puede parecer raro, pero sí, aquel momento lo pasé conmigo, queriéndome, y la verdad es que creo que debería hacerlo más a menudo. 

Si van bien las cosas que tienen que ir bien, cumpliré los 30 y los años que hagan falta con una alegría enorme. Mirar al pasado me hace feliz porque, como explicaba aquí otro día, la que en el pasado fui se sentiría orgullosa de la que ahora soy. Todo pese a mis muchos defectos. Esto de vivir, con todo lo que conlleva, está bien.
Proyectar me hace sentir viva. Me siento tan viva como antes de ir a Asia, ese gran viaje que planeé durante tanto tiempo. A veces la espera es más dulce que el recorrido. Estar en el andén del mundo esperando que algo bueno te ocurra, es una de las cosas más deliciosas de esta vida.


Esta canción, me la dedico a mi y punto ;) como adelanto del ejercicio de auto-amor que haré en Dinamarca.
Quiero disfrutar de la compañía de mi amiga. Quiero pasearme por los canales de Copenhague. Saludar a los personajes de los cuentos tristes de Andersen y tratar de ver en ellos la sonrisa.
¿Quién me iba a decir a mí que visitaría Escandinavia? ya tengo los billetes y además pasaré por Barna y veré a mi amiga Sheila. ¿No es fortuna esta de tener amigos a los que sentir cercanos pese a la distancia?
El tiempo y el espacio no son nada, cuando existe voluntad.

El Báltico me espera. Los bosques espesos. Las coronas. El congreso. El horizonte... va conmigo a donde voy, y yo, no trato de alcanzarlo, sólo de disfrutar de las expectativas que me brinda.

jueves, mayo 16, 2013

Voy a viajar en el tiempo, sentarme conmigo misma y contarme una historia

... como si fuese una gitana, una artista de la quiromancia que sabe de las líneas del futuro. V
oy a mirarme a los ojos, a los ojos que ya no tengo, porque entonces eran más inocentes, y voy a contarme mi propia historia, la que aún estaba por venir hacía 15 años, cuando faltaba la mitad del camino para llegar al punto en el que estoy ahora.
Voy a tomar a esa adolescente renegada y pesimista de la mano y le voy a decir que hay cosas que nunca cambiarán pero que habrá novedades que le sorprenderán.
Le diré que va a ver el mundo que soñó ver y también el mundo con el que no se atrevió a soñar.
Que tiene que estar orgullosa de muchas cosas. Que no merece la pena tener miedo, porque después todo saldrá bien y los años de instituto pasan rápido.
Le daré también las gracias porque hay cosas que han tenido que ser como han sido, pese a todo, para ser. Si la que era entonces lo pasó mal, también aquello tuvo un sentido y también es de agradecer porque inclinó  el mundo hacia algún lado, abrió caminos, levantó muros, vadeó fosos... fuese lo que fuese lo que la experiencia de entonces causó, cual efecto dominó, ha tenido un resultado mejor del esperado hasta el día de hoy.
Le diré que hoy día también tengo miedos. Que soy más feliz mirándola a ella, al pasado, que tratando de atisbar el futuro y hablar con la que allí me aguarda. Pero ella sólo dialogará con la que ahora soy cuando la que ahora soy no sea yo.
Si algo he de contarle a esa niña, como voz de la experiencia, es que la vida es una, que vivir sea interesante para nosotras mismas está en nuestra mano y que nunca, ni siquiera cuando pasemos de los 50 años, deberemos quitarnos años si estamos orgullosas de cómo los hemos vivido.
¡Brindo, pues, por ostentarlos! ¡Por presumir de vieja con vida plena!
Al irme de su lado, antes de tornar a mi época, le diré algo que será raro en sus próximos años, pero que tanta falta le hará oír: Me quiero.

miércoles, mayo 08, 2013

Quizás nos confundimos

Hasta hace un tiempo, lo normal era emparejarse con quien uno debía. Fuese porque lo mandaba la familia, porque lo mandaba la sociedad, o porque uno mismo era pragmático y buscaba ante todo su propio bien.
Tengo un amigo, o tal vez más de uno, que dice (dicen) que el ser humano es egoísta por naturaleza. Yo siempre trato de rebatir estas ideas, pero a menudo me cuesta. 
Volviendo a la senda del discurso, lo que quiero decir es que una mujer con suficiente aire en la cabeza, que aspirase a algo bueno para sí y pudiese despegar los pies de la mugre de la realidad, aspiraba antiguamente a encontrar una pareja, de su edad aproximadamente, que estuviese sano, que fuese bien parecido, trabajador y que le tratase bien. Hoy en día estos requisitos, ya no son forzosamente los del hombre de nuestros sueños, porque el hombre de nuestros sueños debe cubrir ante todo un único requisito: QUE NOS HAGA PERDER LA CABEZA. 
Hay tíos que no merecen en absoluto que NADIE pierda la cabeza por ellos. Hay un montón de seres egoístas, vanidosos, macarrillas, vagos, vividores, maltratadores... robando horas de pensamientos a muchísimas mujeres que se desviven por ellos. De pronto, TODOS QUEREMOS EMPAREJARNOS POR AMOR, y yo me pregunto: ¿NOS ESTAREMOS CONFUNDIENDO?. 
¿Y quién dijo que debería ser así? ¿no estaremos "siguiendo la bola" de las corrientes románticas? el romanticismo y todo cuanto le concierne debía ser una corriente/tendencia y por ello debía ser temporal, pero parece que se ha asentado en nuestra sociedad durante mucho tiempo, acomodado entre los espíritus del capricho y el individualismo, entre las orgullosas afirmaciones de "tengo derecho a", y la rotundidad de lo que cada uno siente. Hace tiempo se consideró que todo lo que viniese del corazón (en la cultura Occidental es de donde etnográficamente se dice que proceden los sentimientos) era mucho más digno y que el que actuaba con él en la mano, lo hacía con más sinceridad que el que manejaba los asuntos con la cabeza. 
Frío se convirtió en sinónimo de cerebral. La frialdad de las personas se tomó como algo despectivo. 
¿Y si todos estos prejuicios hacia el razonamiento y todo esa exaltación del sentimiento son un invento reciente? ¿y si estamos desafiando en estos tiempos modernos a la "ley de supervivencia"?, lo digo porque conozco a más de una idiota enamorada, y porque yo misma "me deshice" del mejor de los partidos "sólo" porque no sentía "lo bastante". ¿Qué demonios es lo bastante?. 
A veces tengo la sensación de que me hayan programado para dirigir los aspectos más profundos de mi vida. Supongo que le ocurrirá a todo el mundo. Estamos educados/atrapados en la normalidad normativizada. 
Quien crea que toma libre e individualmente todas sus decisiones, ignora su condición de obediente cabestro. Quien crea que "las razones del corazón" deben prevalecer por auténticas, correctas, adecuadas, sublimes cuales metas vitales... tal vez se esté confundiendo. Idealizar el amor forma también parte de esta sociedad que nos rodea, también en ello tal vez seamos cabestros, y por ello, perdamos la oportunidad de nuestras vidas que no es otra que la oportunidad de SER FELICES, con alguien a quien queramos, aunque no nos haga MORIR DE AMOR.

sábado, marzo 23, 2013

KINDER JOY. (Porque eres un niño, disfruta jugando pero deja de joder)

Y yo sé que no me quieres porque siempre tengo que decirte las cosas, porque eres incapaz de ponerte en mi lugar, adivinar cómo me siento o ver los signos evidentes, ni siquiera escuchar. Te falta la más fácil de las empatias, esa que tan solo va de "¿qué hago, como me siento yo cuando estoy en su lugar?".
No sé si estoy más asustada de mi ineptitud por creerte generoso o de tu egoísmo, por llevarlo tan camuflado, tan en secreto.
No me convienes, no me convences. Lo que digas se pierde en los silencios que cubres con actos e inacciones. Tus líneas contradicen los contextos ¡grandes contextos, puñados de verdades!, eso de que todo es mentira, que eres incapaz de priorizar de otro modo, que no puedes ponerte en segundo lugar, que lucharías de boquilla por la justicia de todas las sociedades, pero que eres incapaz de tratar con la justicia debida a un individuo que a veces te ha puesto por delante.
Hace tiempo me dije, que sólo querría a quien me quisiese. Tú no me quieres, digas lo que digas, luego, no te quiero.
¿Ves que felices podemos ser cada uno por su lado?
Pues ea, corre, y no quiero volver a verte.

Me recuerdas tantos errores... las memorias me traen tanto malestar de tiempo, dinero y oportunidades perdidas...
¿Cuándo acabará este aprendizaje? ¿Cuándo alguien que de verdad merezca la pena? Basta ya de ensayos y errores ¡que por una vez sea un ensayo y acierto! y que experimente quien quiera y quien deba. Yo no estoy para juegos.
Diviértete, o más literal aún si se puede, enjoy yourself (I will be on my way)

jueves, marzo 21, 2013

Cuando sólo puedo ofrecer pena

Cuando sólo puedo ofrecer pena
más te vale huir de la condena
Estar conmigo trae angustia
estar conmigo, la vida mustia

A mi corresponde llevar estas cargas
lágrimas llevo, de las más amargas
Si me escuchas, huye
que esta gran miseria no te incluye

Que mis pesares no te acompañen
porque mis horas bajas, no te atañen
Causarte mal, aún más me apena
luego obtenemos doble condena

martes, noviembre 27, 2012

Donde no corresponde

Ahí es donde estoy yo.

lunes, octubre 29, 2012

La culpa de Sartre

¿Cuánta parte de culpa ha tenido Sartre cuando el argumento principal de una despedida ha sido la libertad?
El contexto influye y en el contexto estaba Sartre.
Si estuviese vivo tal vez podría ir a París y pedirle explicaciones al filósofo de grandes gafas, al hombre que dijo que el humanismo es un existencialismo. No. Es una tontería.
Una obra la hace quien la escribe y también quien la lee. Un cuadro quien lo pinta y quien lo observa y lo siente. Algo no es arte sólo porque una persona, para más inri su autor, diga que lo es.
La culpa es del que se permeabilizó con las ideas de Sartre. La culpa es de quien no tuvo argumentos que las rebatieran.
La culpa, la culpa... tal vez no sea de nadie pero puede aliviar el malestar propio.
Tal vez las cosas habrían sido diferentes con otra lectura en el contexto pero es tarde para elaborar bibliografías que arreglen, que enmienden, lo que hace tiempo que se hizo y se entendió, bajo mi punto de vista mal.
La culpa no fue de Sartre, fue de la idea de libertad, que no es un fin en su misma sino un medio, un instrumento... y quien no lo quiso ver, dejó escapar una oportunidad para ser feliz persiguiendo el vago reflejo de una idea a medio hacer, a medio entender.
Todos somos humanos.Existimos con nuestra imperfección.

martes, septiembre 18, 2012

I'm a fool to want you

Billie Holiday puso su alma en esta canción y su alma acaricia la mía, y ésta se sintetiza con cada nota de la canción, con cada matiz de su voz.
Me pone triste, me pone melancólica, pero al mismo tiempo pienso que hay pocas cosas más hermosas. Extraña mezcla ¿verdad?. 
Sensaciones de euforia y miedo, de claridad y oscuridad, son las que producen a veces las relaciones amorosas. 
El mundo está loco, siempre lo ha estado. Tan lleno de belleza, tan repleto de horrores. El todo va con el todo. Renunciar al dolor puede significar renunciar también a la vida. 
Esta es una breve entrada. Sólo quería actualizar por actualizar. Compartir esta canción. No dejar el blog caer en el olvido. 
:)

Ray Elis, director de orquesta cuando gravó "Lady in Satin" dijo en 1997: "Podría decir que el momento más emocionante fue cuando la escuché interpretar "I'm a Fool to Want You". Había lágrimas en sus ojos.... Después de terminar fui al salón de control y escuché todos los temas. Tengo que admitir que fui infeliz con su presentación".
Creo que quien escucha esta canción también puede verla llorar. 

domingo, agosto 12, 2012

Empezar de cero es más fácil.

Empezar de cero es más fácil que tratar de reinventarse llevando la miseria a cuestas.
Simplemente, te deja agotado para intentar nada. ¡Su carga es tan pesada!
Me hallo en medio de un montón de escombros, bajo el techo de una casa vieja, lleno de goteras que amenaza con desplomarse sepultándome bajo sus restos. Pero no me muevo y me preguntó por qué.
No aspiro a encontrar tesoros entre las piedras derruidas, ni siquiera las muevo, ni oteo, buscando quién sabe qué.
Permanezco en estado de shock. Sin querer quedarme pero sin moverme. Es una sensación horrorosa.
Como cuando duermes y los sueños le piden a tu cuerpo que se mueva pero él aún no se ha despertado.
De todos modos despertar siempre es frustrante.
La cuestión es tanto qué hacer como por qué no hago algo.
Una pena cuya causa desconozco tiene amordazada mi conciencia pero sus estragos me acechan sibilinamente esperando la ocasión en que baje la guardia.
Cuando no sabes por qué haces las cosas que haces, cuando no sabes por qué no haces las cosas que no haces, es realmente difícil tomar decisiones, y es por miedo a las veletas, a los naufragios de los buques a la deriva,  por lo que mantengo mi nave atracada en un puerto al que sé que llegará la tormenta.
Empezar de cero debe de ser más fácil. Afrontar el peligro, dejarlo todo y enfrentarme al mundo con mis manos desnudas, con mi mente ingenua, con mis bolsillos vacíos.
No puedo pretender salir ilesa de la jauría de la vida pero si sobrevivo, empezar de cero parece más fácil que tratar de reinventarse llevando la miseria a cuestas.



domingo, febrero 05, 2012

Dos vidas en un instante

Debería acabar con esta manía mía de pensar tanto en las posibilidades. De desdoblar la existencia entre aquello que es y aquello que se ha quedado en las ganas.
La que cogió el avión y la que no lo hizo. La que ahogó palabras y la que dijo lo que pensó que tenía que decir. La que tomó una decisión y la que siguió dudando.
En realidad, desde el momento en el que tomo una decisión es sólo una la vida real, el resto están en mi imaginación, ni siquiera pertenecen a mundos paralelos. Porque no existen, aquí estamos, con nuestras circunstancias, capeando temporales cuando podemos.
He de aprender a vivir con lo que tengo y con la decisión que tomé. Dejar de preguntarme por esas sombras de lo que nunca he sido y por lo visto tampoco seré.