sábado, octubre 23, 2010

Mens oculta.

Me he levantado con el mal pie.
Hoy me siento triste, oscura, alegargada.
El hecho de que no sea capaz de sentirme feliz hace que me sienta miserable.
Soy una cabrona, una hijaputa ¿cómo no puedo estar agradecida? ¿cómo me consiento la melancolía? No debería tener derecho.
Mi vida podría parecer a muchos algo envidiable, y sin embargo, ¿qué me pasa?
Me siento tan culpable...

Hoy no es mi día.
Debí quedarme en la cama.
Debí de olvidar la penuria de espíritu que experimento cada vez que trato de cumplir mis labores, mis obligaciones.
Trato de entenderlo pero no comprendo. ¿Por qué coño todo lo que tengo no es suficiente para apagar el llanto?
¿Por qué pensar en la vida que tengo, en la suerte que tengo de tenerla, no deshacen este nudo en mi garganta?
Se supone que hago lo adecuado, se supone que tengo lo inmerecido. Analizo, psicoanalizo. No veo el fallo. Pero mi instinto, mi cuerpo... me está diciendo algo, ¿lo escucho o lo acallo?

Nací decepcionada

El mundo nunca fue suficiente.
Nunca hubo demasiada alegría,
nunca hubo demasiada tristeza,
no viví ni la inestabilidad ni el equilibrio
nunca nada fue suficiente.

Mis latidos vitales marcan el pulso de la espera
por algo...
que nunca llega
que no sé qué es
pero que me desespera.

Es como un hambre que no se acalla,
como una bulimia desesperada,
lo quiero todo,
no quiero nada,
entre tanto,
vivo atragantada.

Mi alma grita,
le crugen las tripas
pero haga lo que haga
nunca servirá de nada
y nunca conoceré más que esta vida agónica
porque nací decepcionada.

martes, octubre 05, 2010

Suddenly, I'm so sad

Llevo días triste, no sé, llorar parece una necesidad. A veces no veo el motivo, a veces parece que no hay un sentido, pero quiero llorar y si puedo, lo hago.
Tal vez se han juntado varias cosas: el cambio de estación, la caída de las hojas y el cielo encapotado, la menstruación, los sábados de clausura a los que no veo perdón, la impotencia y la culpabilidad que siento ante mi trabajo, este estar de paso, vivir con la tentación, pero creo que sobre todo, era mi subconsciente el que me ponía alerta.
Hoy es 5 de octubre, y me muero de ganas por decir "¡Felices 25 y 11!", pero no puedo, no debo. Ya está, no quiero ser pesada. Tengo que olvidar. Hay veces en que echar la vista atrás no sirve de nada. Tal vez su única utilidad sea forjar una coraza de piedra, tal vez hielo, para que nada me toque más de lo debido, para mirar el mundo a través de un rosa desteñido.
"¡Felices 25 y 11!", hoy va a llover en mi cara.
"¡Felices 25 y 11!", hoy es el día en el que recuerdo que debo tener miedo. Hoy es el día en que vuelvo a sacar las tijeras para cortar esas alas que tanto insisten en querer crecer de nuevo. Hoy es el día que trato de enterrar mis pies en el suelo. Hoy es el día en que grabo en piedra las prohibiciones.
Si pudiera usaría un tapaojos, como los caballos, para ir de frente sin mirar a los lados. Sin sentir ni padecer. Estaría bien.