El mundo nunca fue suficiente.
Nunca hubo demasiada alegría,
nunca hubo demasiada tristeza,
no viví ni la inestabilidad ni el equilibrio
nunca nada fue suficiente.
Mis latidos vitales marcan el pulso de la espera
por algo...
que nunca llega
que no sé qué es
pero que me desespera.
Es como un hambre que no se acalla,
como una bulimia desesperada,
lo quiero todo,
no quiero nada,
entre tanto,
vivo atragantada.
Mi alma grita,
le crugen las tripas
pero haga lo que haga
nunca servirá de nada
y nunca conoceré más que esta vida agónica
porque nací decepcionada.
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