Hace semanas que no paro, que si trabajo, que si viaje, que si exámenes, que si burocracia, que si reuniones familiares... al final, de lo que menos gana tengo es de celebrar mi cumpleaños.
No es que no esté contenta por cumplir años, es que hace días que sólo quiero paz. Recuperar la rutina que se rompió hace por lo menos 15 días.
Marta está empeñada en que tenemos que tener la crisis de los 30. Me da que será peor a los 40 así que ¿por qué molestarse a los 30?. Sin duda, he vivido más que muchos de los que hace 30 años hicieron 30, es decir, cuando nací. Aunque habrá quien piense que no he vivido tanto como aquellos vivieron.
Ahora es cuando estoy tomando consciencia de que, no se sabe si tendré o no hijos algún día, pero lo que sí se es que seguramente no tendré nietos. En el futuro raro será el niño que tenga abuelo o abuela, si alargamos tanto "la juventud", por llamarlo de alguna manera (mejor decir: esta fase de la edad adulta).
Mañana (aunque ya es hoy) debería dedicarlo a lo que más quiero en este mundo. Espero no sufrir una crisis preguntándome en exceso ¿qué es lo que más quiero en este mundo? porque significará que sigo sin saber nada. Es más frustrante no saber a dónde quiero ir que saberlo pero no saber cómo hacerlo. Porque en esta vida se aprenden muchas cosas, los caminos por ejemplo, pero los deseos, apetencias, inquietudes de uno, lo que le motiva para arrancar el paso y dirigirse con firmeza, con propósito por el mundo, éso solo sale de uno mismo.
Una persona a la que quiero mucho me dice siempre que recupere la ilusión. Yo me pregunto por qué lo dice, porque no me veo tan desilusionada ¿o tal vez sí y no lo veo?
Nunca es tarde para lecciones. Esta noche, la de la madrugada del 11 de junio, me voy a la cama con la siguiente: Menos pensar, más actuar. No te preguntes por qué haces lo que haces, sino procura hacer más lo que te gusta más.
Y para adelante.
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