miércoles, noviembre 18, 2009

Prelude in C Major by J. S. Bach

La escucho y sólo veo unas manos sobre un piano. No soy capaz de ver más. Amo esas manos.
La vida está plagada de instantes eternos. Sólo hay que dejar de asistir a nuestra existencia como si se tratase de un espectáculo del que no tomamos parte.
Finalmente he leído "Seda" de Alessandro Baricco. Pensé que podría darme la clave para comprender cosas que han sucedido, para poder interpretar un futuro que nunca ha estado ni estará escrito. Más que eso me ha confirmado algo que ya sabía y me quedo con la moral de ese libro:
Lo que teníamos que hacer ya lo hemos hecho,
ahora estamos aquí, ahora, y este instante no tiene fin, no lo tiene porque es para siempre.

Brindo por los instantes eternos. Las milésimas de segundo en los que he sido consciente de la perfección de un momento. Brindo por haber sabido apreciarlo y porque el recurso a esos recuerdos hacen que me sienta orgullosa de haber vivido y no simplemente existido.

3 comentarios:

dijo...

Marta, recuerdas esta melodía?
a mí me gusta desde siempre, tenía ganas de oirla y entonces, en Sevilla, finalmente él se deshizo de su timidez, se acercó al piano y la tocó. Podía haber tocado otra pero toco aquella en la que yo estaba pensado y no es la típica que la gente toca en un bar de flamenco.
Al día siguiente por la mañana un músico anónimo que tocaba la guitarra española en un pasadizo sevillano "me regaló" Los Jardinez de Aranjuez. Lo registré en mi memoria para que nada me quitase ese momento. Le dí unas monedas, ¡por supuesto! jaja.
Y ahora el Prelude in C Major ya no es lo que era, ya no es ni de Bach. Sé que nunca será igual.
Hay muchas cosas que a día de hoy me hacen daño pero no quiero olvidar que una vez unos ojos me dedicaron una mirada infinita, una mirada de adoración. Fue un momento en el que me sumergí hasta ahogar mis pensamientos sobre la existencia del mundo entero para participar en aquella mirada. Sólo fue una vez, hace tiempo, y para siempre.
Llevo una época muy ñoña, lo sé, qué le vamos a hacer, se me pasará. Pero hay tantas casualidades que empiezo a dudar de la teoría del caos. ¿Por qué me cantaba "The Blower's daughter"?, la canción de los adioses a lo que sabes que se va a acabar. La canción que me hacía llorar a mares cuando el año de Tours se acababa y los pasillos del albergue estaban cada vez más vacíos.
¿Por qué tocaron "Bella y Bestia son" en aquel concierto del día nacional cuando estábamos en la plaza de Guillaume II y nos pusimos a bailar?
¿Por qué el irlandés apareció y desapareció y volvió a aparecer en el momento preciso para que todo fuese bien?
¿Por qué tenía sobre su mesilla de noche "El Existencialismo es un Humanismo" de Sartre la primera vez que fui a su casa?
¿Por qué hay cosas que pasan y otras que no?
A veces me siento en el vórtice de un "complot", otras veces pienso que me obsesiono con conectarlo todo. Las casualidades del mundo del caos, que nos juegan malas pasadas mentales.

Mirta Peces dijo...

mmm
no sabía que había tocado esa!! mi incultura me lleva a pensar a un anuncio de alguna obra social de alguna caja de ahorros..yo creo que nada pasa por casualidad, estamos todos unidos por unos finos hilos y cuando vamos tirando de ellos vamos entendiendo el sentido que tenía todo..hay veces que nos damos cuenta mientras vivimos esas milésimas de segundos de un instante perfecto y, otras veces, nos damos cuenta cuando ya han pasado mil horas..en fin..la vida, a veces complicada pero siempre sorprendente!
qué ganas de pasear contigo por las ramblas, lorenilla!

dijo...

yesssssssssssss
de verdad que me anima un montón, los próximos días van a ser coser y cantar porque hay un plan genial!