jueves, noviembre 24, 2011

Tengo miedo a la guerra

¿Soy una alarmista? ojalá...
Sé algo de Historia y si hay algo de lo que estoy segura es de que nos regimos por patrones. Al final, tarde o temprano, todo se repite, con matices que aportan originalidad, claro está.
Desde que el mundo es mundo ha necesitado muerte para generar vida.
Tras cada Belle Époque ha llegado el colapso. El colapso se "solucionaba" con peste, hambrunas, guerra... el superhábit de población quedaba eliminado y los que quedaban, tras alguna generación maltrecha, conseguían salir adelante.
Últimamente no cabe duda de que la guerra es una empresa. EEUU trató de mantenerse a flote con la economía de guerra, una guerra en el Golfo, otra en Irak, otra en Afganistán... se venden armas, se obtienen concesiones, se destruye un país y luego se reconstruye.
Entre las guerras más rentables a la larga para terceros están las guerras que se han desarrollado en Europa.
A veces pienso que los mercados juegan con el continente y de pronto algo ha hecho "click" en mi cabeza y me ha dado por pensar (tal vez sea una paranoia) que pudiera ser que "los mercados" o sean quienes sean quienes estén detrás, quieren provocar una guerra rentable.
Israel y Palestina... no, eso está muy visto. En el Extremo Oriente a día de hoy nadie se mete. No van a provocar nada con Korea del Norte porque China está ahí al lado... aquellas grandes guerras que después se volvieron leyendas de terror fueron las europeas.
Europa siempre fue un polvorín interesante ¿por qué no apretar las tuercas a esa olla a presión que es la Unión Europea?
Se unión por el dinero entre otras cosas, por algo era la Comunicad Económica Europea en principio, luego pensaron que aquello de "económico" sonaba un poco feo y descarado y se apeló a otras cosas que crearan una unión entre los espíritus de las gentes del "Viejo Continente", la economía no había que recordarla porque era un factor que unía ya de por sí.
Una vez creada Europa, crearon a los europeos. Yo soy una víctima de este experimento.
Aprendí idiomas, viajé por Europa, hice mi Erasmus y hasta unas prácticas en la Comisión Europea. Comencé a sentirme unida y afín a un gran número de personas de multitud de países. Sentí incluso orgullo de ser europea. Europa... era un sueño lindo... me encantaba.
Ahora se rompe, y yo la lloro, porque me tragué la parte idílica del discurso, porque si muere también muere una parte de mí.
No veo más que nacionalismos exacerbados y una unidad que se pierde. El egoísmo surge por instinto de supervivencia. La gente se cierra en sí misma y los países en banda. No entienden acaso que estamos ante un cambio global y que sólo la unión puede hacer la fuerza.
No sé si habrá guerra pero estamos volviendo a las dictaduras de la extrema derecha. Ya no puedes manifestarte, ya no puedes apelar a tus derechos laborales, las políticas se basan en la fuerza y el temor, las legislaturas en decretos de Estado. Que alguien componga un Requiem por el Estado de Bienestar.
Las clases sociales han "re-aparecido", el mundo de las ideas se ha radicalizado al tiempo que se polarizaba la sociedad en pobres y ricos. La inflación deja su marca en una moneda debilitada. Si hay guerra será una guerra civil pero a gran escala.
En todas partes la población se divide, las fracturas ideológicas recorren varios países creando grandes fallas que enemistan incluso a antiguos amigos.
Al menos la gente ha dejado de entretenerse con el circo. En este Imperio ya falta tanto pan que el circo no es suficiente para mantenernos ajenos a lo que pasa, no.
Eso sí, las generaciones más cultas y preparadas de la Historia de la Humanidad, en tanto que porcentaje de personas con preparación, no hacemos más que hablar, analizar, tratar de vislumbrar... con los brazos cruzados. Como si lo que creemos leer en nuestra bola de cristal fuese inevitable, o demasiado desagradable como para tomarlo en serio.
No sé qué pasará, pero a día de hoy tengo la impresión de que este mundo se acaba y a mí me han entrado unas ganas locas por vivir.

viernes, noviembre 18, 2011

Fuera resonaba la lluvia contra los cristales. ¡qué ambiente hostil aguardaba tras la persiana!
-no la abras, mejor ignorarlo
sí, era tan bueno permanecer en aquella burbuja de seguridad, en aquel micro-mundo calentito, a su lado, aspirando el olor de su espalda mientras permanecía quieta arrinconada bajo un espeso edredón nórdico...
Aquello era bonito. Aquello ya pasó.

miércoles, noviembre 16, 2011

La sin razón de algunos miedos


Tomaba riesgos, porque se la pelaba todo. Porque no veía por qué darle tanta importancia a las posibilidades potenciales irrealizables (esas dejan de ser potenciales cuando no se intentan).
Había sufrido tantos rechazos, tantos reveses... en definitiva, había sobrevivido a tantos repudios que ya no los veía como un peligro real. Si todos los peligros de la vida fuesen iguales podría sentirse imbatible, casi casi inmortal.
Ahí estaba, dispuesta a todo. A darlo todo en cada intento. A no recular hasta la línea de combate. Aunque una vez ahí no tuviese armas, ni defensa, ni nada. Si la historia fenecía en esa misma línea, ahí se quedaba. Ella ya retomaría la marcha, hacia otro lugar, hacia donde apuntase su brújula, hacia donde le impulsase su hambrienta alma.
Siempre más, siempre más, con un insaciable estómago etéreo su existencia le pedía experiencias que rememorar. Su existencia le pedía vida.
No arriesgarse era la muerte y en tal continua batalla su corazón se curtía y su mente se agudizaba.
Peligros reales, peligros imaginarios, peligros mínimos, peligros mortales... era una cuestión de evaluación, sentido común y valentía.
Más de 28 años le había costado ser como era, si cambiaba sería únicamente lo necesario. Ella era su consciente obra, su consciente producto, su proyecto en constante realización. Cuestionarse era un hábito, orientarse una necesidad. El trabajo jamás acabaría.

miércoles, noviembre 02, 2011

"Si te empeñas en no dejar pasar las oportunidades te llaman loco por no asumir que nadie ni nada detiene un río


Se está hundiendo todo, hasta las fantasías, las únicas que en casos extremos aún suelen mantenerse en el aire.
La realidad, como siempre, acaba por zarandearnos tras una violenta bofetada y los cardenales perduran, fríos, ardiendo en nuestra piel resquebrajada.
El Cape Diem era una bella utopía que escondía desengaños e irresponsabilidad.
El destino era una muleta que los cojos de espíritu habían creado para amortiguar la sensación de vértigo al caer.
La ilusión era un hada mezquina que nos entretenía cubriendo nuestros ojos con velos para no buscar la verdad.
Pero la verdad de todos modos, tarde o temprano te encuentra y te da de improviso el golpe final.
No se nada contracorriente, nadie pesca en aguas bravas y mucho menos con los brazos desnudos.
El río rebosa de riquezas e impurezas, de piedras, algas, serpientes, cangrejos, peces, basura, tesoros... aunque pasen a tu lado, cuando las aguas fluviales barren con fuerza los fondos abisales, poco harás estirando tus brazos. Porque el río sigue, la vida transcurre imparable hacia la muerte, y las cosas que ansiamos ver llegar, llegarán, tal vez, cuando estiremos los brazos en tiempos de aguas mansas.
A veces, dejar pasar oportunidades no es una opción.
Se trata de evitar un despilfarro de energía.