¿Cómo me siento hoy? pues muy bien. Porque dentro de lo que cabe, dentro de mis posibilidades, de mis expectativas, y de las leyes naturales, me siento poderosa. Tengo voluntad para las cosas que realmente quiero. No hago daño a nadie cada vez que paso a la acción.
Hace tiempo que busco mi Norte, mi Norte creo que era la consciencia de control.
Hay cosas que obviamente no controlo, ni nunca controlaré, pero saber qué cosas son esas también forma parte de la consciencia de control.
Mi misión es dejarle lo menos posible a las ganas, a esa antesala del deseo del deseo, de los que no se atreven a mirar ni por la ranura de la puerta de las promesas. Los que tienen miedo, los inactivos, los apáticos, los que se quejan de vicio. Tal vez sea que no quieren lo que realmente dicen querer porque si no, ya habrían obtenido algún resultado, aunque sea conocer sus límites, eso es mucho.
No quiero ir de fundadora de sectas ni nada por el estilo, tan sólo quiero exponer lo que ahora estoy experimentando. Tengo 28 años y aun sigo conociéndome. No dejo de hacerlo. Cada día aprendo. Aprendo de cuanto oigo, veo, siento... sobre todo aprendo de mí en distintas circunstancias. Me pongo muchas veces a prueba. Muchas veces los resultados son malos, entonces compruebo mis límites, los aprendo, los incorporo y de entonces en adelante, los tengo en cuenta.
El peor enemigo de la voluntad, que es nuestra arma más poderosa, es el miedo. Al fin y al cabo la idea básica de "Greenlanter" es un compendio de ideas filosóficas sobre el miedo, la voluntad y el deseo.
El miedo socava nuestra voluntad, nos inmoviliza. Está bien tener miedo, es una herramienta que nos mantiene alejados del peligro, sin el miedo no aprenderíamos a mantenernos vivos con tanta eficiencia, pero el problema del miedo es que a veces es imaginario. No sopesamos bien los peligros porque nos falta una evaluación crítica y sincera de la realidad, tal vez porque no conocemos nuestras posibilidades, o porque no metemos en la balanza nuestras posibilidades de éxito.
Tener voluntad no es tratar de hacer cualquier cosa a cualquier precio. No tener miedo no es ser un temerario. El valiente tiene miedo, pero es un miedo sopesado, proporcionado y sobre todo controlado.
Tanta charla ¿por qué?. No lo sé, estoy que aburro a las piedras, lo sé, pero desde que he descubierto esta evidencia, mi brújula ha dejado de dar vueltas como una loca. Está quieta, bien imantada, me mantiene serena y se ha acabado la deriva que siempre sentía acechando cada oleaje de mi vida.
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