domingo, julio 18, 2010

VENCUE

Se cayó una lágrima, más bien se rindió. Se estrelló en el suelo. Era una lágrima enorme y no me di cuenta de cuándo salió pero sentí cómo saltaba desde mi ojo al suelo, como quien tiene prisa y cruza la calle sin mirar. Si lo pienso bien, creo que fui sorprendida por la lágrima de la rendición, porque entre las ideas que pupulaban por mi mente me asaltaba una y otra vez la renuncia: "tira la toalla", "ríndete", "no hay nada qué hacer".
Debe ser eso y no la decepción. No estoy decepcionada porque las expectativas eran pobres, sólo brillaba alguna esperanza, eran tímidos sus rayos de luz pero yo los veía y los buscaba. Ahora sé que no son lo bastante grandes y que todo cuanto vea será tenue, que la oscuridad se cierne sobre un mundo gris y que el rosa nace en la percepción.


PD: yo me entiendo, con eso vale.

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