miércoles, septiembre 02, 2009

My Adagio for Strings


Doy vueltas. No hago otra cosa, pero no orbito, no hayo el centro. No me centro. Sé que es vital para mí pero no puedo, o tal vez no quiero. Ya no sé ni lo que quiero, ¿alguna vez lo he sabido? ¿por qué entonces me he olvidado? ¿por qué llevo años diciendo lo mismo?
La noche antes de irme al Gran Ducado, hablé por teléfono con mi hermana para despedirme, justo aquel día ella había encontrado poco antes de hablar conmigo un cartón que yo había escrito y enrollado como si fuese un pergamino cuando tenía 10 años, había estado perdido por la casa durante 15 años al menos. ¿Podrá alquien creer lo que decía aquel papel? ¿lo que le pedía a Dios? yo por aquel entonces era muy creyente, a mi manera, pero creía.
Rezaba una especie de oración inventada en la que decía algo así como "haz que nosotros vivamos aventuras como las que soñamos, como las de los libros y las películas, haz que las vivamos".
Llevo pues años igual, esperando que ocurra algo, esperando a Céfiro como ya dije un día, ansiando movimiento, conocimiento, aventura. Podría pensarse que en ciertos momentos lo he conseguido pero no ha sido bastante, aún espero la gran aventura, la gran historia de mi vida, lo que de un vuelco completo y me convierta en un auténtico protagonista. No logro interesarme por lo que hago, mi mente se pasea en la añoranza de algo que no conozco y no sé si conoceré algún día.
A veces siento que se me ha quitado algo, que se me ha privado de algo, miro a mi alrededor, miro dentro de mí y no veo nada, no sé de que se trata, pero algo me falta y no sé si salir a buscarlo porque no sé de qué se trata.
De todos los personajes de Disney el que más me caló siempre fue el de La Bella, por que leía sobre cosas emocionantes y esperaba un cambio emocionante en su vida que en el fondo sabía que llegaría. Yo he pasado por varios estados que podrían haberme acercado a Don Quijote en sus locuras. Nací con demasiada facilidad para evadirme de la realidad. Pensé que podía hacer de todo durante mi infancia, pensaba en que tenía un gran destino o un gran pasado del que no me acordaba. Creía que podría hablar con los nogmos y hacerme su amiga, creía que si me quedaba mucho rato en el mar cuando iba a la playa las sirenas vendrían a por mí para convertirme en una de ellas, creía que yo podía ser un gran personaje histórico reencarnado en alguien tan mediocre como yo, creía que podía ser adoptada, proveniente de una familia con un gran secreto, creía que podía tener cualidades mágicas, creía que podía ser la virgen del Apocalipsis, creía que había un príncipe encantado en alguna parte esperando que le rescatase, creía que alguien me rescataría a mí, o que nos rescataríamos a ambos, creía que podría protagonizar un relato de viajes o una saga familiar increible, creía que se me daría el privilegio de viajar en el tiempo, creía, creía, creía. Me falta fe. Ya no soy una cría. Igual es eso lo que echo de menos, tener fe, es más fácil tirar p'alante cuando uno cree en lo que hace. ¿De dónde la saco? ¿se compra?
¿Era de verdad todo más sencillo antes de perder la inocencia?
y vuelvo a la pregunta inicial ¿por qué no me centro?
Me es tan extraño estar en mi piel...
No logro comprender por qué he pasado toda mi existencia queriendo vivir otras vidas. Debería ser feliz.

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