martes, septiembre 27, 2016

HAY DÍAS QUE NO

Me cuestiono de nuevo y es un no parar.
¿Habré tomado la decisión correcta? ¿Cuántas veces más la he de cagar?
El otro día oí en un vídeo la voz de Nina Simone, diciendo que la libertad es la completa ausencia de miedo. ¿He sido libre alguna vez?
Hace años leí Anatomía del Miedo y me marcó bastante porque venía a decir eso mismo. Que hay que vivir sin miedo, aunque existan motivos para ello, porque si no, señoras y señores, no vivimos.
Igual es que tengo demasiados miedos.
Ahora mismo, por ejemplo, tengo un miedo atroz a cagarla. Tengo tanto miedo a no dar la talla, a no hacer bien las cosas, que opto por no hacerlas. Pero en realidad no hacer lo que yo entiendo que debo hacer, no es una opción, es fruto de una parálisis de la que adolezco y contra la que lucho. Caigo en ella de forma inconsciente pero se ha convertido ya en algo crónico.
¿Estoy donde debería estar? Me ahogo en la enormidad que me imagino en torno a mi.
Si por un momento dejase de pensar... tal vez podría salir adelante.
Si sólo por un instante pudiese nadar sin pensar en el océano que tengo delante, tal vez podría avanzar, aunque sea un poco, aunque sólo bracee hasta el próximo flotador.
Pero pienso en tantas cosas apabullantes que no puedo centrarme.
Empiezo a decirme cosas horribles a mí misma y, como consecuencia, cada vez me veo más y más pequeña. Más y más inútil. Me culpo y me humillo, me maltrato... no puedo seguir así.
Debería pensar que puedo con todo, aunque no sea verdad. Porque así al menos lo intentaré y finalmente, podré con algo.
Ojalá pudiese actuar sin preguntarme siempre "por qué" o "para qué".
Hay días que se escapan de nuestro tiempo vital porque transcurren tan sólo porque lo afirma el curso del sol, la salida de la luna y la sucesión de las horas, una tras otra, de forma improductiva.
Ojalá pudiese vivir mi vida como ella se merece.