Cae la noche.
Y yo sigo sujetando esa vela cuya cera se escurre y se estrella en el suelo.
Me atemorizo con las sombras que mi propio movimiento produce.
Siento mi aliento más frío que el aire oscuro que me envuelve.
Estoy sola.
No me gusta donde estoy pero no me atrevo a avanzar tampoco.
Atrapada.
Mis ojos brillan y piden a esa vela que no se apague. Que no acabe la mecha.
Sé que no estará ahí siempre.
La prisa acelerada golpea en mi pecho.
Muévete.
Se agota.
El tiempo.
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Sé que no cuento nada, pero no se trata de eso. No importan las circunstancias. Estos son los sentimientos.
No puedo poner ejemplos para no sonar en el absurdo. Pero si, aunque mis males son menores que los de otros. Hoy me agito.
Buenas noches.