Debería acabar con esta manía mía de pensar tanto en las posibilidades. De desdoblar la existencia entre aquello que es y aquello que se ha quedado en las ganas.
La que cogió el avión y la que no lo hizo. La que ahogó palabras y la que dijo lo que pensó que tenía que decir. La que tomó una decisión y la que siguió dudando.
En realidad, desde el momento en el que tomo una decisión es sólo una la vida real, el resto están en mi imaginación, ni siquiera pertenecen a mundos paralelos. Porque no existen, aquí estamos, con nuestras circunstancias, capeando temporales cuando podemos.
He de aprender a vivir con lo que tengo y con la decisión que tomé. Dejar de preguntarme por esas sombras de lo que nunca he sido y por lo visto tampoco seré.